JOSÉ LUIS CUEVAS SEMBLANCE

José Luis Cuevas (Mexico City, 1934) is considered one of the most prominent Mexican artists of the second half of the 20th century, bursting onto the scene with his express rejection of the two pillars of modern Mexican culture and society: Muralism and nationalism. Thus, realism—not the one that gives an exact depiction of reality, but that of beings found on the margins, such as madmen or prostitutes—is the grammar with which he elaborates all his work.
Two aspects of Cuevas’s plastic and aesthetic choices should be noted: the marginal character of his protagonists and his inclination towards drawing and paper techniques, such as ink, wash, watercolor, or pencil. Writer Carlos Fuentes points out that Cuevas’s work “revels in the choice of figures that have precisely lost their place or have no place in the organized world of social relations, or merely repeat it in a grotesque manner, while caricaturing and denouncing the frail nature of that organization (…) It is the world of crime, the world that has left order and cannot find its own order.”
The exhibition at the Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía reviews the trajectory of José Luis Cuevas through the more than one hundred and forty pieces that compose it: fundamentally works on paper and a set of fifteen unpublished sculptures gathered under the title “Impure Animals.” The journey begins with a drawing from 1939, which seems like a portrait of an actress turned child idol, and advances to his series of watercolors “La Residencia de Estudiantes” (1997), made from memories he retains of Luis Buñuel’s Madrid stories.
Regarding the theme, the dispossessed and deformed appear from the first moment in his work, in works from the 1950s such as “Portrait of a Dying Woman” (1953) or “Christ Child Offering a Prayer (after Mantegna),” from 1957. Regarding style, he develops and endows his characters with a characteristic physiognomy, with large foreheads and elongated heads. These features—which by 1958 were already definitive in his work, as in “Madmen” (1959) and “Al Capone and Friend” (1968)—may refer, especially in the case of his sculptures, to the profiles of Pablo Picasso’s giant female heads from the 1930s, whose enormous eyes extend into a prominent nose.
Literature and fictional characters constitute a constant excuse in his drawing production, as shown by his series and tributes to Franz Kafka—and in particular to the figure of Gregor Samsa—in works such as “Kafka’s Father” (1957) or references to the Marquis de Sade in “Panic Theater: The House of the Marquis de Sade” (1963), among others. The uniqueness of these and the rest of Cuevas’s drawings lies in the appeal of the monstrous and the marginal, where spaces and environments are reduced in favor of the protagonism of a figuration of graphic and monumental character.
José Luis Cuevas (Ciudad de México, 1934) es considerado uno de los más destacados artistas mexicanos de la segunda mitad del siglo XX, en cuya escena irrumpe con su rechazo expreso a los dos pilares de la cultura y sociedad mexicanas modernas: el Muralismo y el nacionalismo. De este modo, el realismo –no el que da muestra exacta de la realidad, sino el propio de seres que se encuentran en los márgenes, como locos o prostitutas– es la gramática con la que elabora todo su trabajo.
Cabe señalar dos aspectos de la opción plástica y estética de Cuevas, el carácter marginal de sus protagonistas y la inclinación por el dibujo y las técnicas propias del papel, como la tinta, la aguada, la acuarela o el lápiz. El escritor Carlos Fuentes señala que la obra de Cuevas “se complace en la elección de figuras que precisamente han perdido su lugar o no tienen lugar en el mundo organizado de las relaciones sociales o tan sólo lo repiten de una manera grotesca, a la vez que caricaturiza y denuncia la endeble naturaleza de esa organización (…) Es el mundo del crimen, el mundo que ha salido del orden y que no puede encontrar su propio orden”.
La exposición en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía repasa la trayectoria de José Luis Cuevas mediante las más de ciento cuarenta piezas que la componen: fundamentalmente obras sobre papel y un conjunto de quince esculturas inéditas y reunidas bajo el título de Animales impuros. El recorrido se inicia con un dibujo de 1939, que parece un retrato de una actriz convertida en ídolo infantil y avanza hasta su serie de acuarelas La Residencia de Estudiantes (1997), realizadas a partir de los recuerdos que conserva de los relatos de Madrid de Luis Buñuel.
Respecto a la temática, los desposeídos y deformes aparecen desde el primer momento en su trabajo, en obras de los años cincuenta como Retrato de una agonizante (1953) o Christ Child offering a prayer (after Mantegna), de 1957. En lo referente al estilo, desarrolla y dota a sus personajes de una fisonomía característica, de grandes frentes y cabezas alargadas. Estos rasgos –que hacia 1958 ya resultan definitivos en su trabajo, como en Locos (1959) y en Al Capone and friend (1968)– pueden remitir, sobre todo en el caso de sus esculturas, a los perfiles de las gigantes cabezas femeninas de Pablo Picasso de los años treinta, cuyos enormes ojos se prolongan en una prominente nariz.
La literatura y los personajes de ficción constituyen una excusa constante en su producción dibujística, como muestran sus series y homenajes a Franz Kafka –y en particular a la figura de Gregor Samsa– en obras como El padre de Kafka (1957) o las referencias al Marqués de Sade en Teatro pánico: la casa del Marqués de Sade (1963), entre otras. La singularidad de estos y del resto de dibujos de Cuevas radica en el atractivo de lo monstruoso y lo marginal, donde los espacios y ambientes quedan reducidos a favor del protagonismo de una figuración de carácter gráfico y monumental.