ADOLFO WEBER REVIEW

POR EL INFORMADOR
GUADALAJARA, 25 DE ENERO DE 2012
ADOLFO WEBER INAUGURA EXPOSICIÓN
La totalidad de las piezas tiene el estilo abstracto característico del pintor tapatío, la diferencia en esta ocasión es que además de utilizar los tonos color tierra que siempre han estado presentes en su paleta de colores, Weber decidió hacer un par de cuadros utilizando también el verde y el azul.
GUADALAJARA, JALISCO (25/ENE/2012). – Hace cuatro años, el pintor Adolfo Weber (Guadalajara, 1968) inauguró con su obra el espacio expositivo del bar Primer Piso, aunque en ese entonces la galería todavía no se encontraba en la segunda planta del edificio ubicado en la esquina de Pedro Moreno y Escorza.
El pasado martes por la noche, el artista plástico regresó a este lugar -al que dijo amar por tener un valor simbólico especial para él- para presentar la serie Coordenadas invisibles, un conjunto de seis óleos sobre madera en grandes formatos, y seis grabados más pequeños realizados bajo la técnica de monotipia.
La totalidad de las piezas tiene el estilo abstracto característico del pintor tapatío, la diferencia en esta ocasión es que además de utilizar los tonos color tierra que siempre han estado presentes en su paleta de colores, Weber decidió hacer un par de cuadros utilizando también el verde y el azul.
«Quise meter colores que no uso normalmente porque ya era hora de hacer algo nuevo, de tomar un riesgo, y los quise aplicar puros para que fuera más gráfico», comentó el artista.
Explicó también que esta muestra es el resultado de un trabajo de cinco meses, tiempo en el que los cuadros pasaron por diversas fases para finalmente adquirir las numerosas texturas y relieves que se pueden apreciar si se observan de cerca.
«Soy muy lento porque soy muy contemplativo», dijo Adolfo, quien a continuación narró las tres partes de su proceso creativo: «la primera parte es muy lúdica: ahí no me importa la composición, sino que es jugar y jugar y hasta invitó amigos a que me hagan unas manchas, me divierto mucho. En la segunda parte ya entran las bases de la academia, pues es algo que ya tengo grabado. Ahí el cuadro queda acabado en un 80% en cuanto a lo técnico. Y el otro 20% es cuando trato de borrar la parte académica y todas las figuras que puedan reconocerse. Me gusta jugar a no ver nada».
Así, una vez que el pintor -por medio de nuevas pinceladas– se deshizo de casi la totalidad de monos, animales, u horizontes que encuentra escondidos en sus propios abstractos, sabe que una pieza está terminada. El problema viene al buscarle un nombre, pues como afirma Weber, «poner un título ya es describir y pierde el valor de abstracto».
Respecto a los monotipos, Adolfo explicó que se trata de una técnica en la que se pinta sobre una placa de metal o acrílico y rápidamente se pasa al papel, ya que la pintura se seca. Enseguida se pone bajo la prensa, «de manera que cuando sale del otro lado, la despegas como una calcomanía y es la imagen que queda al final».
El pintor, quien se sabe afortunado por vivir exclusivamente de su arte, invitó al público a visitar sus piezas que estarán exhibidas y a la venta hasta el 24 de febrero, con precios que van desde los tres mil 500 hasta los 25 mil pesos.
POR GERMAN LARIS
GUADALAJARA, 2 de junio
La actividad plástica de Adolfo Weber abarca distintos campos de acción para reflexionar, su pintura es de carácter sugerente y a través de la abstracción disemina ecos de experiencias determinadas.
En los objetos intervenidos asocia el ejercicio de no desligar los valores de la apariencia de su probable significado, este proceso de integración compleja particulariza cada etapa al observar convirtiendo en singular aquello que nos ha sido destinado.
La subjetividad activa es uno de los ángulos que Adolfo Weber explora sobre pinturas circulares que retienen una acción que puede provenir desde cualquier punto. En ello exterioriza la estabilidad del registro, en el que Adolfo Weber enlaza la experimentación de manchas acuáticas que no seden a ser domesticadas por la suavidad retórica de los pinceles.